Las TIC han generado posibilidades reales de participación: “No somos los mismos desde que estamos en las redes sociales”, decía Castells en motivo de la revolución Egipcia. Las redes sociales, abundantes en posibilidades de participación, han causado un empoderamiento que causa disonancia cognitiva cuando se traslada a la calle, a las dificultades para participar en una democracia protagonizada en mayor medida por los intermediarios que los protagonistas.
¿Es necesario un parlamento elegido cada cuatro años cuando tenemos mecanismos tecnológicos de filtrado constante del criterio, de la voluntad de la gente en las ágoras contemporáneas?
Si bien no todos/as hemos sido educados en la cultura de la participación, es responsabilidad también del estado “empoderarnos”, convertirnos, mediante alfabetización digital y educación de la participación, en ciudadanos de pleno derecho en la sociedad-red.